Estimada,

Se pierden las palabras hoy en un ayer olvidado, como difuminadas gotas de lluvia en un estanque; se dilapidan ante muros inquebrantables de odios y rencores. Así son las relaciones humanas cuando decadentes ven expirar sus intereses.
No puedo sino vivir enajenando una realidad ucrónica, cambiante en su pasado, su presente y su futuro. Las ideas se astillan e implosionan formando preguntas, paralelismos y obviedades. Así sesgo transrealismos de lo que pudo haber sido mi vida sin ti.

¿Qué hubiera sido de nuestros labios? ¿Si el extinto espacio-temporal en que nos saludamos, no hubiera prendido la llama de la atracción y la curiosidad?
Tal vez nunca hubieran existido o no como tal en un unísono, quizás los silencios habrían reinado como sátrapas hircanos y el dulzor melifluo de la ambrosía hubiera permanecido ignota, presa de ánforas olímpicas.
Y es extraño imaginarlo hoy; condenado a una desesperación petrarquiana viéndote pasar por mi lado y esclavizado por sonetos al alba. Pero no se si este dolor que siento es merecedor del recuerdo, cuando la noche cae y mis dedos te buscan en el hielo, en la nada… en esta cama vacía que dejaste tras tu marcha.

¿Qué hubiera sido de nuestras manos, si las parcas no hubieran zurcido ojales para entrelazar sus hilos?
Ciegas al tacto de la belleza, viviendo a tientas en la oscuridad, palpando cada saliente, cada roca de esta caverna. Mi ser ausente de sentir inteligible no ve más allá… más allá de las caricias que me brindaste, de sentir tus cálidas huellas marcando mi piel como tintas inequívocas de poemas en papel. Dando vida al parpadeo de una ficción que emborrone la anodina rutina.
Y es extraño imaginarlo hoy; devorado por un Leviatán, llamado soledad, que me impone un anacrónico autoritarismo de mutismo y lágrima.


¿Qué hubiera sido de mí?
Sin tu fehaciente paz oceánica, carente de las pausas de miradas fijas entre besos, sin las largas charlas otoñales viendo descafeinadas hojas en violáceos atardeceres, sin andar esbozando sueños en lienzos oníricos…
Y es extraño imaginarlo hoy; un nuevo comienzo, una nueva vida alejado de tus brazos. Tras haber envejecido a tu lado una y mil veces sosteniendo tu mano.

Tal vez hoy no pueda comprender lo que se siente al perderte, quizás no sea la hora aún de cerrar cicatrices ni de abrir heridas. Pues hoy me dispongo a conocerte.

Blogger Template por PlantillasBloggers