Esta mañana el sol se escondía ingenuamente de mis ojos, al despertar en este lecho de apatía. La cobardía se vistió de terciopelo, con arrogancia y gallardía, comenzó de nuevo la batalla.
Una batalla por la vida y la expresión más nimia de la misma, en donde la falacia y la mentira reinan a sus anchas. Hipocresía... grita alguien tras la muchedumbre, hipocresía le respondo humilde.
Como un demiurgo que puebla y mora de tristeza, todo aquello cuanto toca, se expansiona y anexiona la pena que agnóstica merma cualquier creencia de un futuro o un presente.
Y así pasan los días, nomadista de una soledad tan profunda, que permite a los oídos escuchar la caricia tenue de Eolos sobre una brizna. Las palabras me incomodan, dadme un segundo para disfrutar de este silencio, dadme un segundo... lo notas es el momento más idílico de una mirada, cuando el mundo calla.
Hoy era un Tracio sin patria, demorada la inevitable caída de mi espada... cogí mi escudo lo clavé en la tierra y ande... abriéndome paso entre las lágrimas.
Hace mucho que no escribo en este mi confesionario virtual, pero es que cuanto más tiempo tiene uno, menos hace, que cruda paradoja. He vendido mis horas al sol, cual Akhenatón su religión; el resultado es obvio e identificable en mi color tostadito de piel. Eventos sociales, reencuentro de amistades y un largo etc. con sus correspondientes anécdotas, rumores y risas.
Y así es mi vida, vendido a los melifluos placeres, endeudado con un hedonismo que combate en lucha fratricida con la conciencia; deseosa de acuchillar a un Peter pan canoso cuya pena capital es solo buscar la felicidad.
La felicidad, autorrealización de uno mismo; pura geometría maslowiana. Es duro creer en una felicidad escalonada, cuando una sociedad cangrenada por el capitalismo, impone criterios de felicidad donde el arquetipo de sonrisa: es un consumista millonario cubierto de lujos, coches, casas y putas.
Por eso siento que me embarga una tierna emoción cuando veo la felicidad en ojos ajenos, cuando presiento que en ese fugaz instante alguien implosiona y es feliz. Porque en mi sórdido nihilismo, soy incapaz de creer y es en ese instante cuando me demuestran que me equivoco. Y cuan dulce es equivocarse.
Solo serás realmente feliz cuando tus manos dejen de cubrir tus ojos.
Soy, soy, soy... soy anónimo, soy narcisista, soy egocéntrico, soy elitista, soy crudamente sincero, soy hedonista, soy nihilista, soy vehemente, soy mal hablado, soy ambicioso, soy solitario, soy independiente, soy soberbio, soy cínico, soy maquiavélico, soy despótico, soy luchador, soy testarudo, soy lujurioso, soy negativista, soy freudiano, soy utópico, soy perezoso, soy romanticista, soy revolucionario, soy irreductible, soy manipulador, soy pacifista, soy orientalista...
Ya sabes todo aquello que soy, ahora descubre todo lo que puedo llegar a ser.
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No consigo concebir el sueño y ando despierto, vagando en la decrepitud de mis pensamientos que ya no atienden a razonamientos complejos, sino solo a meras divagaciones. No os a sucedido nunca...cuando el hastío y el aburrimiento os consumen de una forma tan profunda que querríais hacer mil cosas y no se os ocurre ninguna. Cuando nada os satisface esa gula feroz de entretenimiento, cuando incluso jactados de sexo y videojuegos. Tenéis la sensación de sentiros incompletos, de necesitar algo más, que no curan los placebos. Supongo que vivimos marcados a hierro y fuego por esas frases hechas que escuchábamos de niños: irse a la cama habiendo aprendido algo nuevo... Vaya... dice el dicho en un país repleto de necios.
Llevo toda una vida vendiendo mi tinta a las palabras, sentado en un diván de papel, esperando a una prostituta llamada inspiración, que con desdeñosa soberbia cobra y huye.